domingo, 10 de junio de 2012

LA BANDA SONORA DE MI VIDA



Hoy has revuelto mis entrañas. Tienes esa capacidad, y eso, tu y yo lo sabemos.
No es solo ese cambio en el guión, con el que me has recordado que alguna vez he sido esa “gatita con la que bailar desnudo bajo la luz de la luna”; son todas y cada una de las canciones, que, sin duda, forman parte de la banda sonora de mi vida.
Me has recordado que “la vida me debe, no una, si no unas cuantas partidas” y sí, las “voy a jugar”, tu me conoces, muchas veces me has envidiado por eso, tranquilo, las jugaré.
Me has recordado tantas “noches tras la barra, noches vacías”, hasta que el destino nos encontraba y las llenábamos de confesiones, momentos y sentimientos. Profundidades y silencios.
He pensado cuantas veces “te has buscado en mi cama”, a la que, sin duda llegabas solo con la intención de perderte.
Me he acordado de tantas y tantas miradas de complicidad, de todos esos amigos con las que las hemos compartido.
Hoy he echado de menos esas conversaciones rozando lo surrealista, con la guitarra sobre tus piernas.
Hoy, otra vez, me has cantado, como tantas veces antes, al oido, “procura ser feliz…” No es necesario que me lo recuerdes “elegí renacer en cada paso”, como cada día, a pesar de “perder de nuevo el tren”.
Y sí, “llorar no es cosa de cobardes, la cobardía está tirada en el sofá”, y yo pocas veces descanso.
Hoy, quizás más que nunca, era una noche especial, no estaba sola, y, si con alguien me apetecía compartir esa banda sonora de mi vida, era con ella.
He salido con la sensación de haberte visto crecer al ritmo de esas canciones, y a ese mismo ritmo he ido madurando yo; con el sonido de esa guitarra, desnuda sobre la cama.
Sin embargo, al volver la vista atrás, y, a pesar de todo, digo orgullosa que no he cambiado, “solo que quizás no me buscaste en el lugar que estaba”.


“No, no apagues la luz, que queda un día entero”, una vida entera…

viernes, 8 de junio de 2012

DETALLES

Había algo que me llevaba a ti, a hablar contigo y tenerte cerca. A nuestro alrededor muchas personas que estaban conociéndose y que interrumpían sin darse cuenta nuestras miradas.



Apoyados en la ventana fue cuando los dos nos decidimos a hablar, a llevar esas conversaciones de nosotros mismos, que en contadas ocasiones habíamos tenido en la distancia y que por fin podíamos hacerlas frente a frente.

Cada instante iba siendo un detalle, sin quererlo o bien como los dos sabemos  queriendo, nuestras manos se rozaron y se unieron a escondidas del resto de la gente, era un roce de cariño, un escalofrío me hizo apartarla enseguida y al mismo tiempo desear tocarte.

La noche iba transcurriendo y tenias que marcharte, era la despedida para mi más sentida, tus ojos decían lo mismo, y sin pensarlo nuestros labios se unieron, ese beso fue distinto a otros, fue dulce, fue un principio que se interrumpe sin que nosotros queramos, los dos pensábamos lo mismo y no había necesidad de decir ni una palabra porque los ojos hablaban por ellos mismos.

Al día siguiente nada más verte solo pude decirte, ven. Todo el día estuve pensado en volver a verte, en sentir tus manos en mi piel y así fue.

Era una búsqueda por parte tuya y mía por estar conectados, tus manos provocaban calor en mi piel, yo buscaba esas manos y las encontraba. Tumbada en el sofá mientras me acariciabas, era impensable que me quisiera mover de tu lado, salimos a la terraza y nos reímos mientras oíamos al resto y nos volvíamos sordos mientras nos besábamos. Era una excitación constante el tenerte cerca, estar en el suelo tumbada y notar tu cercanía.

Ver como tu lengua recorría mi abdomen por un reto que ¿quién no querría para una misma con todo lo que yo estaba sintiendo?


Una vez solos hicimos la cama, uno a cada lado de las sábanas blancas, para volver a deshacerla al segundo, para unir por fin nuestros cuerpos, para ver cómo me mirabas y yo te miraba a ti en plena batalla de estímulos.


Ninguno de los dos iba a dormir, no se podía desperdiciar un segundo de esa noche, no se podía perder el tiempo estando a tu lado. Nuestras miradas y nuestros besos descubrían sentimientos no esperados, palabras que los dos queríamos decir pero no nos atrevíamos porque no nos lo creíamos.


La puerta se cerró al marcharte al trabajo, la habitación se quedó sola, pero el instante que vivimos no creo que se olvide.

Ahora sólo quiero volver a verte.