Hoy has revuelto mis entrañas. Tienes esa capacidad, y eso,
tu y yo lo sabemos.
No es solo ese cambio en el guión, con el que me has recordado
que alguna vez he sido esa “gatita con la que bailar desnudo bajo la luz de la
luna”; son todas y cada una de las canciones, que, sin duda, forman parte de la
banda sonora de mi vida.
Me has recordado que “la vida me debe, no una, si no unas
cuantas partidas” y sí, las “voy a jugar”, tu me conoces, muchas veces me has
envidiado por eso, tranquilo, las jugaré.
Me has recordado tantas “noches tras la barra, noches vacías”,
hasta que el destino nos encontraba y las llenábamos de confesiones, momentos y
sentimientos. Profundidades y silencios.
He pensado cuantas veces “te has buscado en mi cama”, a la
que, sin duda llegabas solo con la intención de perderte.
Me he acordado de tantas y tantas miradas de complicidad, de
todos esos amigos con las que las hemos compartido.
Hoy he echado de menos esas conversaciones rozando lo
surrealista, con la guitarra sobre tus piernas.
Hoy, otra vez, me has cantado, como tantas veces antes, al
oido, “procura ser feliz…” No es necesario que me lo recuerdes “elegí renacer
en cada paso”, como cada día, a pesar de “perder de nuevo el tren”.
Y sí, “llorar no es cosa de cobardes, la cobardía está
tirada en el sofá”, y yo pocas veces descanso.
Hoy, quizás más que nunca, era una noche especial, no estaba
sola, y, si con alguien me apetecía compartir esa banda sonora de mi vida, era
con ella.
He salido con la sensación de haberte visto crecer al ritmo
de esas canciones, y a ese mismo ritmo he ido madurando yo; con el sonido de
esa guitarra, desnuda sobre la cama.
Sin embargo, al volver la vista atrás, y, a pesar de todo,
digo orgullosa que no he cambiado, “solo que quizás no me buscaste en el lugar
que estaba”.
“No, no apagues la luz, que queda un día entero”, una vida
entera…
No hay comentarios:
Publicar un comentario